Europa está preparando la que, de salir adelante, sería la misión espacial no tripulada más ambiciosa de la Agencia Espacial Europea (ESA). De hecho, no exageramos si decimos que quizá se trate de uno de los proyectos más ambiciosos de la historia de la exploración espacial. Hablamos de una misión para explorar Encélado, la pequeña luna de Saturno famosa por sus géiseres procedentes de un océano interno en el que, aparentemente, se reúnen las condiciones para que prospere la vida tal y como la conocemos. A diferencia de propuestas anteriores, la sonda europea no solo se limitaría a sobrevolar u orbitar Encélado para estudiar los chorros del polo sur, sino que también aterrizaría en esta región del satélite. Para ello, serán necesarios dos lanzamientos de cohetes Ariane 64 y un acoplamiento en órbita antes de salir fuera de la gravedad terrestre. Nunca antes una sonda planetaria ha requerido acoplamientos de varios elementos en órbita antes de partir hacia su destino.



Cuando se habla de oceanos interiores en lunas del Sistema Solar, igual podría hablarse de mantos de agua y cortezas de hielo, porque se trata de cuerpos en los que el hielo de agua hace el papel de la roca.