Ese día estaba en un congreso en México. Recuerdo que me gasté todos los gb de la sim en estar escuchando las radios. Era como de película escuchar como decían ‘Se está quemando x cosa’ y pasaban de corresponsal a corresponsal. Era como si el mundo se estuviera acabando jajaja

Lamentablemente la cosa quedó en nada, una olla a presión que se dedicaron a tapar cuando ya no molestaba. Lo peor de eso es que siento que actualmente mucha de la molestia sigue en pie, y aunque no hayan ganas de ‘explotar’ como sucedió hace 5 años, de seguro las cosas se irán acumulando y otra vez tendremos un ‘no lo vimos venir’.

Nota: terminó siendo un ladrillo como los de los viejos tiempos jajaj

En qué andaba? Bueno, días antes (y creo que esta wea es importante de recordar) el ambiente estaba caldeado: por una parte por los estudiantes que hacían turbas en el metro para pasar gratis a modo de protesta (recuerdo que a mí no me gustaba mucho que hicieran eso) y también porque se notaba muy poca calle y desprecio de parte de la clase política y del gobierno de la época, mirando muy por el hombro a la gente (no es que eso no haya pasado antes pero hubo una serie de frases icónicas que lo ejemplificaban). También le agregaría otro tema que es muy importante pero que no es tan obvio: la economía chilena ya estaba súper estancada entonces no había muy buenas perspectivas de futuro, que tampoco ha cambiado mucho ahora (solo que hay otros problemas).

Yo por ejemplo estaba sin pega, hace no mucho y vivía en la periferia pero había ido harto al centro, a Providencia o a Ñuñoa y el sábado tenía un viaje a ver a mi polola que vivía en el norte, así que tenía que tener todo listo para salir. Ya cuando salí de la Florida ya estaba la cagada, tipo 2 de la tarde había pacos anti disturbios adentro y mucha gente ya enojada. Fui a Ñuñoa a un gimnasio, y al volver al metro Ñuñoa ya no se podía entrar a la estación. Como tenía que ir a comprar a la Av Providencia tomé un colectivo ahí mismo que me dejó ahí justo en Marchant Pereira donde está la boca de estación Pedro de Valdivia y la gente ya estaba exaltada, gritando wear a los pacos que estaban en posición de esperar una orden para actuar y protegiéndose. No había flaites eso sí, solo gente normal protestando.

Ya ahí me empecé a preocupar por como volver. Los locales todavía estaban funcionando y pude comprar lo que necesitaba, hasta contesté una encuesta. Ya era hora punta y empecé a ver que la gente caminaba en masa hacia el poniente. Después llamé al Transfer porque no lo tenía tampoco, así en medio de la calle, no me dijeron nada del otro mundo, me quedé tranquilo.

Pensé que bajar hacia la linea 4 iba a ser más fácil. Entonces llegué hasta Cristóbal Colón caminando y la estación estaba funcionando pero los torniquetes estaban tomados por weones protestando que te dejaban pasar. Yo quería pagar así que pasé la bip igual porque como dije arriba no me gusta evadir ni que otros lo hagan. Así que me subí al tren y la wea llegó hasta Las Torres y nos hicieron bajar a todos. La rotonda de Rodrigo de Araya llena de gente y entre varios de mi comuna encontramos un taxi que nos llevó a todos. Cada uno pagaba una parte. Igual fue cuea encontrarlo, aparte que Uber no se usaba o yo no lo tenía muy en mi mente. Y así llegué a mi casa y me preparé para mi viaje de fin de semana, pensando que había sido una protesta del día.

Cuando tomo el Transfer al otro día había quedado la zorra, y había milicos custodiando lugares estratégicos. Mi vuelo salió sin problemas y no pensé que el webeo iba a estar allá porque mal que mal la protesta era por el Transantiago pero me equivoqué. La protesta continuaba en todo Chile con mayor o menor intensidad y en La Serena y Coquimbo en ese caso había sido heavy. Estuvimos juntos pero no lo pasamos bien. Cuando tuve que volver a Santiago tenía dos pasajes de avión en caso de cualquier cosa (los vuelos para allá eran baratos si se compraban con algo de anticipación) y recuerdo que me tuve que devolver al alojamiento y volver al aeropuerto más tarde. Cuando llegué a Pudahuel los Transfer no te llevaban si no eras de una comuna cuica porque tenían miedo. Tuve que tomar un taxi más caro que un avión y así llegué.

En resumen, había un mal ambiente y el estallido fue más que unos wnes protestando en la plaza Italia, fue un quiebre cuatico en la sociedad. Siempre digo que no fue un movimiento por si mismo, fue un quiebre, algo más sociológico de masas que algo muy dirigido (excepto lo de los torniquetes tal vez) con soluciones, había mucha crispación social y se le perdió el respeto a las instituciones (muchas de ellas lo perdieron por su propio mal hacer)

Un estallido no tiene éxito o fracaso, porque no tiene dirección ni contenido, es una pataleta aunque no lo digo en un sentido peyorativo. Es una queja.

Había posteado desde mi lemm.ee pero nunca llegó porque parece que coincidió con el upgrade, así que aprovecho de postear por acá.

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A mí me tocó en la pega y no fue en su momento nada notable, simplemente una de tantas protestas más que estaban pendientes en ese entonces. Pero cuando iban cinco días ya y la cosa no paraba, bueno ahí la percepción de las cosas toma otro tono.

Me tocó estar en Temuco cuando Carabineros decidieron aliarse con los latifundistas en vez de con el pueblo y no encontraron mejor manera de ejemplificarlo que soltar ametralladora a una cuadra del Hospital Regional.

Me tocó estar en Santiago dos días después de que supuestamente un carabinero botara a un protestante de un puente, y todos susurraban lo obvio y lo sensato, ¿pero para la tele? Noooo es que el otro lado es maligno y esto es un puro desorden y “ya no hay respeto”.

Lo bueno es que de mis cercanos ninguno fue afectado para mal. A diferencia de lo que pasó con la pandemia, donde casi todos en mi esfera de alcance fueron para peor. En retrospectiva siento que eso dice harto realmente sobre el espectro y rango de nuestros problemas “autoinventados” versus las cosas the 100% real, one link, no fake que nos tira encima la naturaleza.

Si me preguntan qué opino del estallido en 2024, diría que todos son unos flojos y todavía hay mucha pega pendiente. La intención era buena, había que sacarse el parche curita y la venda de los ojos de una en vez de despacio para salir de ese sueño del supuesto “oasis de América” y enfrentar la realidad que nos estaban culiando por todos lados porque, como sociedad, nos gusta que nos culeen (o bueno les gusta; a mí no me cuenten en sus fetiches). Pero como todo movimiento que nace reactivo y no adquiere proacción y planificación en sus primeros tiempos, bueno pasó lo obvio: se malaprovechó, se exageró, se decantó, se fue mucho por las ramas y sin la función de planificación, cuando chocó con las coyunturas internacionales que se sucedieron (la pandemia, la guerra en Ucrania, la situación en Venezuela), bueno… básicamente pasó de ser “movimiento” a “ruido de fondo”.

Salieron cosas buenas, hoy se está conversando botar el CAE, y ciertamente las cosas que supuestamente están peor ahora, según hocicones de ultraderecha, no están así por culpa del estallido sino de la derecha misma; pero se perdió… no, se malgastó el momentum la oportunidad de hacer algo importante. Podríamos haber sido la Segunda Bastilla, pero no se avanzó lo necesario ni en cuatro semanas, ni en seis meses, ni en cuatro años, y bueno aquí estamos. A la espera que haya mejores derechos sociales, casa propia, red energética verde, plantas termonucleares en el norte, mejor cobertura de salud, poder considerar a la mascota como miembro oficial de la familia, y cortar de cuajo ese apologismo a la dictadura.

Hey, un ciudadano trabajador puede soñar. A lo menos por eso no hay que tomar deudas con Walmart o Cencosud.

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Increíble, han pasado cinco años. Casi ni me acuerdo dónde estaba ese día, sólo que estaba en auto camino a alguna parte. La verdad en ese tiempo la venía pasando muy mal por unos temas de enfermedad (y por tanto, en este país, de plata) así que puchas ni me acuerdo si la cuestión en esos mismos días o no me hizo alguna gracia.

Las semanas posteriores uno se unió en lo que pudo, la verdad es que pensar en las marchas y ese tipo de cosas suena idílico - ergo, alejado de la realidad. El joven de a pie con “preexistencias” médicas y con siete cuotas por pagar, tenía que pensar primero en no recaer durante el tratamiento antes que en una quest meteórica de heroísmo barroco para destruir y quemar los registros de las deudas médicas, como si mal no recuerdo un político previo a esos tiempos hizo con las deudas estudiantiles.

Así que mucho más no pude participar hasta cuando la cosa se había chacreado al punto que querían poner a la señora juanita a escribir la Nueva Constitución; la verdad, pensé en su momento en candidatearme a Convencional para tratar de desmarañar un poco el cacho, pero cuando vi el modelo de trabajo para la Convención y las propuestas de primera instancia, me cansé (físicamente). Soy demasiado joven, bello y adeudado para andar perdiendo mi tiempo en comités.

Faltó más, creo yo. No necesariamente “acción”, manoseada como pollo de supermercado, pero sí más actitud. Más “pararse frente al tanque”, o al guanaco si ajustamos para nuestra coyuntura. Más Nico Massú, si se quiere.

Vivo, ahora “algo” más económica y socialmente afianzado, en el Chile de 2024, y se siente fuerte que aún está pendiente desprecarizar a la “clase media”. Pienso que, si el estallido se hubiese manejado como se debía, y se hubiese orientado a las personas que sí era necesario aplastar, hoy no estaría mermado por una deuda médica de hace casi una década.

Salí de la pega y llegué a la hora del reverendo pico a mi casa. Trabajaba cerca del metro u de chile y vivía en Peñaflor.

Creo que salí a las 6 y llegué como a las 12 de la noche, o una wea así.

Normalmente aborrezco a los wnes que dañan el transporte público, pero ese día fue mucho más. Y ese día reafirmé que necesitaba tener un auto o virarme de chile. Al año siguiente conseguí lo primero y a los 3 años lo segundo.